martes, 9 de septiembre de 2014

Primera laguna mental

"La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido."
     Gabriel García Márquez

Me resulta muy difícil mirar hacia atrás tratando de pensar cuál es el primer recuerdo que tengo de mi niñez. Viene a mi mente la operación de mis amígdalas, mi primer caída en bicicleta, uno de mis primeros cumpleaños; pero no, quiero ir más atrás... creo poder... y sí, lo logré.
Vagamente recuerdo subir a la camioneta de un conocido junto a mis padres, en la cual iríamos hacia una mueblería. Tenía 3 años y estaba por heredarle la cuna en donde dormía a mi hermana menor, situación muy normal entre las familias de clase media/baja que tienen hijos con poca diferencia de edad.
Lo recuerdo, hasta ese momento, como uno de los pocos días felices de mi infancia, pues era la primera vez que me dejaban elegir algo, dada mi cortísima edad. El asunto es que opté por la cama más bonita, según mi infantil criterio: era blanca, pequeña y cómoda. Al llegar a casa fue tal la emoción y el cansancio, que ni bien la armaron, caí rendida. Era esa... no podía ser otra; dormir en ella fue como acurrucarme en las nubes.
Quince días después, papá se dio cuenta de que la cama estaba dañada, que tenía polillas. Luego de pasar enojado por eso toda la mañana, subió a la misma camioneta de aquel día, rumbo a la misma mueblería llevándose mi cama. Fue devastador. Estuve todo lo triste que una niña de 3 años puede estar, grité todo lo que podía, creía ingenuamente que podía hacer algo que evitara que se la llevaran pero no, se fue. Él volvió en unas horas con otra de guayacán pintada de negro, filos dorados, enorme; tan adulta, tan sobria.
La miré con escepticismo y no la sentí mía, ya no era mi cama, ya no eran mis nubes. Luego, con reticencia, accedí dormir en ella. Me costó, a esa edad, entender que yo había elegido la cama que no servía, que la compra de papá era la correcta.
Lloré, me calmé, me conformé.

Hice esta retrospectiva para entender, desde qué punto empecé el viaje, este recorrido de decisiones equivocadas, de escoger la opción errada. Supongo que de ahí parte mi "memoria selectiva".
Y no, no nos confundamos, no me refiero a esa selectividad que posee naturalmente el cerebro, el subconsciente omitiendo datos y sucesos irrelevantes, NO.
Es MÍ memoria selectiva: la que funciona por conveniencia, la que controlo, en donde omito malas decisiones y las reemplazo por lagunas mentales, que útilmente, hacen más cómodo el dormir por las noches. Esa memoria que me permite seguir deambulando en este mundo de posibilidades infinitas, en donde lo único seguro es: equivocarse y morir.
He aquí la introducción a este lugar, especie de bienvenida, una muestra de lo que encontrarán: los sucesos que decidí olvidar.


Lali.

3 comentarios:

  1. Casos como estos solo plantean muchas preguntas recurrentes, ¿cuán profundas y degradantes son las relaciones amorosas? ¿Hasta cuando la victimización por parte de los hombres cuando a una ya no le dan ganas de seguir oliendo las mismas camisas de sudor agrio?, cuando a una ya le da asco el pelo en el jabón y los vellos sobresalientes de la nariz que se asoman como cuchillos de fealdad.

    Basta varones míos, es momento de dejar a un lado la melosería, ponerse crema en el sarpullido y elevar el autoestima.

    Carlos Ibarra
    Recursos Humanos
    Industrias Lacteas Toni

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  2. Creo q mi msj anterior no llegó.. lo simplifico diciendo q seguiré con atención este Blog q tiene una muy particular y franca forma de relatar algunas cosas... Espero q la autora encuentre esa satisfacción y esa alegría de exteriorizar una porción del alma y la psiquis mediante estas palabras y oraciones.. Q lo disfrute haciendo

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  3. Voy a poner mucha atención a este Blog xq se siente q guarda una visión tan única, elocuente y fuera de lo común. Suerte en el desarrollo del mismo y q pueda satisfacer ese íntimo deseo, intenso deseo de salir de uno mismo, mediante las letras....

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